La belleza está en el exterior de los objetos y , en su defecto, en el interior de los mismos. La belleza es deleitar los sentidos del observador, pero también poner en funcionamiento su capacidad de crítica constructiva y, sobretodo, destructiva. Las críticas hirientes, cortantes, irreverentes, sean, bien intencionadas o no, son las más sinceras, las más leales con el pensamiento profundo del que las profesa, las que hacen reaccionar y avanzar hacia un surrealismo fecal necesario. Igual que las plantas que valoran una buena y nutriente masa fecal mucho antes que las piedras preciosas, las gentes deben producir buenas cantidades de ñordo con las mejores intenciones y el mejor humor posible. Con amabilidad, sinceridad, falta de artificio y diversión. Libro y vaso.
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